El cine constituye una poderosa herramienta cultural que opera de múltiples maneras en el rescate de memorias, así como en la reparación colectiva y conceptualización interdisciplinaria de experiencias traumáticas en comunidades devastadas por sistemáticas violaciones a sus derechos fundamentales. Hace perceptibles las prolongaciones de silenciadas o legitimadas violencias políticas tanto en el individuo como en el tejido social trastornado por perturbadoras marcas que desbaratan la existencia y la convivencia. Las expresiones cinematográficas no hacen referencia al ayer únicamente, sino que, sobre todo, cuestionan las pautas convencionales empleadas para articular pasado, presente y futuro a fin de explorar horizontes posibles. Como detonadoras de memoria y generadoras de conciencia, robustecen diferentes modi memorandi que tratan el pasado violento demasiado activo aún. |