El filósofo Rafael Gambra hizo carne propia la filosofía perenne, que expuso de modo original y ajeno a la técnica escolástica. Descubrió hondos acentos humanos en un cierto tipo de filosofía existencial y penetró como pocos el drama del humanismo contemporáneo en medio del silencio de Dios. Combatió liberalismo político y modernismo religioso en una cruzada de la que no se movió un milímetro en casi sesenta años de actividad intelectual. Su filosofía antimoderna, pues, denunció el agotamiento del racionalismo y entrevió sus secuelas nihilistas posmodernas, al tiempo que se afirmó en una clasicidad que es tradición.Julio Alvear, catedrático de la Universidad del Desarrollo de Santiago de Chile, doctor en Derecho y en Filosofía, dirige la revista Derecho Público Iberoamericano. Entre sus libros destacan: La libertad moderna de conciencia y de religión: el problema de su fundamento (2013), Libertad económica, libre competencia y derecho del consumidor (2017) y La crítica al discurso de los derechos humanos (2018). |